Era
noble, había nacido entre el estruendo
de las armas, y el insólito clamor
de una trompa de guerra no le hubiera hecho
levantar la cabeza un instante ni apartar
sus ojos un punto del oscuro pergamino en
que leía la última cantiga
de un trovador.
Los que quisieran encontrarle, no lo debían
buscar en el anchuroso patio de su castillo,
donde los palafreneros domaban los potros,
los pajes enseñaban a volar a los
halcones, y los soldados se entretenían
los días de reposo en afilar el hierro
de su lanza contra una piedra.
Er war adlig und wurde zwischen Waffengeklirr
geboren. Der ungewohnte Klang einer Kriegstrompete
hätte ihn weder einen Augenblick den
Kopf heben, noch die Augen vom dunklen Schriftstück,
in welchem er den Schwanengesang eines Minnesängers
las, abwenden lassen.
Jene die ihn finden möchten, sollten
ihn nicht im geräumigen Innenhof seiner
Burg suchen, wo die Reitknechte die Füllen
zuritten, die Edelknaben die Falken abrichteten
und die Soldaten sich ihre freie Zeit damit
vertrieben, das Eisen ihrer Lanzen an einem
Stein zu schärfen.